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sábado, 22 de septiembre de 2012

LEONARD COHEN

Escribe: Rogger Alzamora Quijano

Pensé escribir este post sobre dos personajes de la música. Uno de ellos: Leonard Cohen (Montreal, 1934). Después de revisar mis apuntes y escuchar su música por algunos días, me he convencido de hacer esta nota únicamente sobre él. Cohen tiene historias que contar -algunas propias, otras ajenas- pero que siempre terminan calando profundamente en el alma. Ha ido engrosando su entonada voz, quizá en la búsqueda de una mayor profundidad, como la que parece haber alcanzado limpiamente en su madura edad. Su álbum Old Ideas es la muestra más cercana, pero no la única. Cohen trata de ironizar en el momento en que más siente dolor y ausencia. Sus melodías transitan la nostalgia cabalgando sobre su voz áspera y dolida, que transmite una necesidad de conformarse con sus historias. Sus letras son poemas básicamente crudos que van a parar muchas veces al destino más profundo del alma. Íntimas confesiones que en su voz alcanzan el tono preciso. De hecho, sus letras provienen de su sempiterna devoción por la literatura y García Lorca, pues antes de cantante y compositor, Cohen fue poeta y literato. Domina la narración en tercera persona tan magistralmente como una especie de ironía nostálgica que lacera y conmueve. Hay miles de imágenes desgarradoras en la penumbrosa música de Cohen. Lastima, hiere, duele sentirlo desarraigado, desposeído o inerme, aunque siempre parado firmemente en la conciencia, en la realidad, en lo tangible. La voz de Cohen se hace más grave y su música se desliza por el virtuosismo y la complejidad, sobre violín, trompeta, guitarra o mandolina, pero además llena el espíritu con las fabulosas voces de sus coristas, damas ellas, que envuelven con sus mágicas y dulces voces.

Puede oírse a Leonard Cohen reprochar al mejor amigo haber seducido a su mujer y, sin embargo, hablarle con ningún rencor y sí con despiadada ironía: And what can I tell you my brother, my killer / What can I possibly say? / I guess that I miss you, I guess I forgive you. / I'm glad you stood in my way. / If you ever come by here, for Jane or for me / Your enemy is sleeping, and his woman is free. (Famous blue raincoat)
Va de una historia a otra con igual maestría. En A Partisan, ejecutada magníficamente en inglés y francés, narra la historia de un hombre que va por la venganza hacia los nazis. También aquí como en otras, Cohen prescinde de los instrumentos, en favor de sus coros femeninos, precisos… y preciosos: Oh, the wind, the wind is blowing, / through the graves the wind is blowing, / freedom soon will come; / then well come from the shadows.
En Amen, la trompeta suena celestial en una melodía lenta y casi dolorosa. Más tarde se incorpora el punteo cadencioso de la guitarra acústica que está a la altura. Y por supuesto, la voz exacta y afinada de Cohen, quien desglosa su plegaria: Tell me again when i'm clean and i'm sober. / Tell me again when i've seen through the horror. / Tell me again, tell me over and over. / Tell me again that you need me then / amen, amen, amen... amen.
Descubrir en la ironía y desparpajo de Chelsea Hotel la nostalgia soterrada pero sincera de la irremediable huida del ser amado y ante la urgencia tácita por retenerla, nos muestra a un Cohen que parece estar fumando un cigarro, resignado a mirarla partir desde la ventana en su limusina, quizá ya habiéndolo olvidado todo y para siempre. Transcurre la segunda mitad de los sesenta en Nueva York y es el homenaje a Janis Joplin desde el estilo de Leonard Cohen.
I remember you well in the Chelsea Hotel. / You were famous, your heart was a legend. / You told me again you preferred handsome men. / But for me you would make an exception. / And clenching your fist for the ones like us / who are oppressed by the figures of beauty, / you fixed yourself, you said, 'Well never mind, / we are ugly but we have the music. Intentando una traducción libre: Te recuerdo bien en el Chelsea Hotel / Ya eras famosa, tu corazón era una leyenda. / Volviste a decirme que preferías hombres bien parecidos / pero que por mí harías una excepción. / Y cerrando el puño por los que como nosotros / están oprimidos por los cánones de la belleza, / Te arreglaste un poco y dijiste: “No importa, / somos feos pero tenemos la música”.
Leonard Cohen, Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2011, ya lo ha demostrado todo en su larga carrera. Todo el mundo sabe de su ingenio y su don comunicador, sin embargo nos sorprende con Old Ideas (2012), su reciente álbum y ojalá no el último. Hay que llevar hasta el paladar cada línea, cada acorde. Prolijo en la música y, como lo es ya desde siempre, en su lírica; sonido de alta calidad, asentado en los graves y en los coros. Como para dar cuenta de que las viejas ideas pueden ser nuevos retos; asumiendo su larga experiencia de vida por encima de la mera cuenta de los años en el calendario. Cohen ha dado un golpe magistral con este disco, pues recupera su espacio y ahora en un lugar mucho más privilegiado que antes; porque su poesía habla de todo lo que se puede ver y sentir. Ha engrosado dramáticamente su voz, pero sigue siendo cuidadoso en la afinación y puede atraparnos al menor intento cuando comienza a ejercer el oficio de cantar su poesía.

Top 10:



Para seguir escuchando: Dance me to the end, So long Marianne, Take this waltz, The future, Sweet Jane, Anyhow, Come Healing, A Partisan.