NOTA IMPORTANTE

Este blog está dedicado a los amantes de la música. El autor declara que el material visual y auditivo que expone es meramente informativo. De ningún modo autoriza su descarga ni utilización para fines comerciales. El autor del blog es propietario de los artículos escritos que firma y no se responsabiliza por el uso indebido que eventualmente pudiera hacerse del contenido audiovisual del blog.

viernes, 4 de junio de 2010

RODOLFO MEDEROS, SENSACIÓN Y BANDONEÓN




Escribe: Rogger Alzamora Quijano

Rodolfo Mederos, nació en Buenos Aires en 1940. A mis oídos llegó a finales de los 80s, cuando un amigo argentino puso en el tocacintas de mi auto un par de temas del entonces desconocido maestro. La música bonaerense para mí, hasta entonces, se había reducido a Gardel, Santos Discépolo y Piazzolla. Hasta allí era Piazzolla mi preferido, por su genio innovador.
Cuando oí a Mederos me asombró su sensibilidad para arrancar del bandoneón las más dulces notas que hasta entonces había imaginado. Afortunados los alumnos que aprenden de él un estilo propio de hacer música, una visión muy personal y una ética admirable acerca de la música. En mi concepto, ya Rodolfo Mederos alcanzó la altura de Piazzolla, tanto musical cuanto técnicamente. Habrá quienes prefieran en su lugar a Dino Saluzzi u otros; se respetan las opiniones pero, para mí, nadie como Mederos para llevar al oyente hasta los confines. Con él se puede llegar al supremo goce, asirse de sus notas para viajar y explorar con el propio ejecutante la hondura de su sentimiento.
Ha sido un proceso difícil, pero hace ya buen tiempo el maestro ha tocado el cielo con su música. De toda esa experiencia, ha sido quizá la etapa de “Generación Cero” la más fructífera, una cosecha de experiencias inigualables y la consolidación de su etapa formativa. Sin embargo, es hoy que Mederos plasma en cada intervención su genio, es hoy que podemos disfrutar la sustancia.
Mederos ha sido siempre un contestatario, un audaz transeúnte de terrenos inexplorados. La música encuentra en él un sonido especial e inigualable y el melómano un cómplice con el que compartir el ritual de los silencios dolorosos y las largas melodías.
Hay que ver a Mederos entregándose a su bandoneón para asombrarse permanentemente por su claridad y propuesta.
En agosto de 1996 tuve la fortuna de asistir a su presentación en Buenos Aires, junto a Daniel Baremboim (cuyo magistral genio frente al piano merece nota aparte) y Héctor Console en el bajo. Inolvidable acontecimiento que ha quedado para siempre en mi memoria.

He elegido unos temas de su vasta discografía sólo por razones prácticas. Sin embargo, me provoca citar otros más, para librarme de omisiones no deseadas. En realidad invito a la música de Rodolfo Mederos. Hay mucha y muy buena para disfrutar.


1.- Milonga de mis amores, de Laurenz y Contursi, con Nicolás “Colacho” Brizuela en la guitarra.



2.- Aquellos tangos camperos (Horacio Salgán), formando trío con el eximio pianista Daniel Baremboim y el contrabajista Héctor Console.

3.- Nuestros hijos (o El lugar donde vivo), del mismo Mederos, con Generación Cero.

Igualmente magníficos:

Chiqué, Chiquilín de bachín, Desde el alma, Flores Negras, Flor de Lino, Milonguita, A fuego lento, Aquellos tangos camperos, Primavera Porteña, etc, etc.