Escribe: Rogger Alzamora Quijano
Jethro Tull, banda de culto del rock progresivo, tiene en Ian Anderson, líder y mentor del grupo, músico prodigioso y referente indudable en la música contemporánea, su cabeza visible. Jethro Tull es Ian Anderson. De hecho, su larga trayectoria matizada con baches y escaramuzas, le han dado un lugar inmortal entre los melómanos. Especialmente por su original propuesta, lejos de encasillamientos y clichés. La música de Jethro Tull es original, inconfundible. Además de sus históricos temas, como “Thick as a Brick”, “Aqualung”, “Locomotive Breath”, toda su producción no está exenta de enconados debates entre el amor y el odio, pero siempre despiertan pasiones. Nunca pasan desapercibidos.
Su rock que transita desde lo progresivo, blues, folk, hard rock, o sinfónica-barroca y llega hasta lo indefinible, único. Desde su pilar, la magistral flauta de Anderson y su voz poco ortodoxa, sería injusto ignorar o menoscabar el soporte cualitativo de toda la banda. Músicos de gran calidad que deben transitar por la penumbra debido a la personalidad avasallante y mediática de Anderson, que ha logrado reinventarse continuamente hasta estos tiempos.
Desde su primer álbum “This Was” (1968), siguiendo con “Stand Up” que contiene el primer éxito monumental de la banda “Living in the past”, o “Witch's Promise" (que adiciona también el haber sido el primer single grabado en estéreo en la historia de la música); “Aqualung”, quizá su álbum más universal y cuyo hard rock se combina con letras poéticas de corte social y religioso, siempre contestatario (en la cubierta aparece la polémica frase “ En el comienzo, el hombre creó a Dios, y le dio poder sobre todas las cosas”, la cual le valió la censura en España, al igual que su álbum “Thick as a Brick” durante la dictadura franquista). De "Aqualung" prefiero “Locomotive Breath” por su majestuoso despliegue, trepidante, que nace clásico y se va haciendo rock durante estadios bien marcados y una línea clara. El breve solo de flauta es inolvidable.
Pero no sólo sería “Thick as a Brick” un éxito de crítica y de ventas, sino el mejor logrado conceptualmente. Para mí ha sido siempre un álbum que me ha rescatado de todas mis desventuras. Gracias a él he logrado sobrevivir apegado a mis delirios. Un solo y largo tema dividido en dos partes, una en cada cara del vinilo. Movimientos con temas que a veces se repiten dando una columna vertebral y destacan por su virtuosismo y complejidad. Más de 43 minutos de deleite ininterrumpido, pues ni al final del lado A se rompe la unidad, queda silbando el aire hasta que conectamos la cara B.
Tampoco hay que olvidar el magnífico "Minstrel in the Gallery" (1975), medio acústico y dulce, contrastando con piezas hard igualmente de gran calidad. Luego vendrían los inolvidables álbumes: “Songs from the wood”, “Heavy horses” y “Stormwatch”, trilogía que va decantando el folk medieval y el rock puro con arreglos orquestales y que logró el aplauso unánime de la crítica y del público. Seguidamente vendría “Bursting Out” (1978), un doble grabado producto de sus memorables giras, donde la banda recrea sus mejores interpretaciones. Ian Anderson ofrecería en sus solos de flauta la calidad de su increíble formación autodidacta.
Aunque “Rock Island”, “Live at Hammersmith ´84” y otros tres marcaron una década poco profunda en su discografía, a mí me gusta, como “A Little Light Music” (1992) regresó a la banda a su encumbrado lugar, básicamente con temas antiguos en versión casi totalmente acústica y en vivo. Enseguida “Divinities: Twelve Dances with God”, donde Anderson reclama su pedestal de genio flautista con insuperables versiones instrumentales. Un regalo para el espíritu. Yo lo tengo entre mis favoritos. No menos notables fueron “Jethro Tull, J-Tull Dot Com” (1999) y “The Secret Languaje of Birds” (2000) reafirmando su estilo.
Ian Anderson, un músico que deja una huella imborrable en el espíritu, genio creador de emociones sin par y melodías insospechadas. Autodidacta, genial improvisador de respiraciones imperceptibles en sus larguísimos tramos de flauta.
Ian Anderson, artífice de Jethro Tull y Oficial de la Orden del Imperio Británico, gracias por tantos años de excelente música.
"Thick as a brick"
El mejor de su carrera. Dos partes de una misma canción. Casi 44 minutos esplendorosos donde el virtuosismo de cada uno de los músicos va en perfecta armonía con la música, una música de corte sinfónico y vibrante, por momentos sensitiva, apacible, pero siempre muy conceptual. Que los teclados tengan supremacía no es casual. Ellos, con la flauta de Ian logran un desarrollo decidido, vital. Y los solos de flauta cargan sobre sus hombros las partes más delirantes del disco, con improvisaciones legendarias. Quienes solemos escuchar con una especie de adicción lo hemos memorizado tramo a tramo, silencio a silencio, hasta llegar a una meseta donde se podemos sentir la sincronía de este mítico disco, nunca igualado ni por el propio Anderson. Su lírica basada en la ficción, da fe de su propuesta siempre rebelde e irreverente ("Puedo hacerte sentir, pero no puedo hacerte pensar", o "Vengo de la clase alta para enmendar sus podridos modales").
Créditos:
"Thick as a brick"
Grabación: Londres, Diciembre de 1971
Publicación: Marzo de 1972
Duración: 43:50
Sello: Chrysalis
Género: Rock Progresivo, Art Rock, Sinfónico, Folk
Ian Anderson: Flauta, voz, guitarra acústica, trompeta, saxo, violín
John Evan: Piano, clavicordio, órgano Hammond
Barriemore Barlow: Percusión
Jeffrey Hammond: Bajo, voz
Martin Barre: Guitarra eléctrica, flauta.
Imprescindibles:
“Aqualung”
“Locomotive Breath”
“Living in the past”
"Rock Island"
"Budapest"
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