Escribe: Rogger Alzamora Quijano
Yo no compuse Chan Chan; la soñé. Sueño con la música. A veces me despierto con una melodía en la cabeza, oigo los instrumentos, todo muy clarito. Me asomo al balcón y no veo a nadie, pero la escucho como si estuvieran tocando en la calle.
Compay Segundo (Francisco Repilado, 1907-2003)
Ansioso, luego de hacer larga cola para ingresar, estaba yo en una sala de cine especialmente equipada con sonido envolvente. La mayoría había visto los avances publicitarios y leído los comentarios de la crítica acerca del fenómeno que había removido el mundo musical.
Por fin se apagaron las luces y comenzó el filme. Pude ver una multitud que, seguramente más ansiosos que nosotros, esperaba la función en el Le Carré, de Amsterdam. Abril del 98. Entró Compay Segundo arrancando una ovación jubilosa. Lo siguió Eliades Ochoa. Luego fueron ingresando los que tendrían a cargo el tema inicial. El “armónico” sonó en las añosas manos de Compay en el inicial rasgueo, secundado por la guitarra de Eliades. En ese momento sentí que se me salían las lágrimas y pude ver claramente que no sólo a mí.
Lo que siguió de aquella experiencia fue una avalancha musical, uniformemente brillante, de las épocas doradas de la música de la isla. No quedó otra alternativa que dejarse subyugar por cada uno de sus ritmos, melodías y adentrarse en su mundo, sorprendente y excepcional. Así empezó mi fanatismo confeso por la música cubana. Empecé a escarbar hacia sus raíces y a degustar cada una de sus expresiones.
No es posible hacer una sinopsis de los músicos cubanos sin caer en el desatino. Cuba, un país de poco más de once millones de habitantes, pareciera tener por lo menos el 95% de músicos, de mediana calidad para arriba. Sólo bastará nombrar algunos que, a título personal, parecieran sobresalir por sobre los otros.
La multitud, en mi opinión, se apoya sobre tres genios: Ignacio Cervantes, Ernesto Lecuona y Benny Moré. Les siguen sin que signifique un orden: Bola de Nieve, Arsenio Rodríguez, Trío Matamoros, Celia Cruz, Tito Puente, Polo Montañez, Ibrahim Ferrer, Omara Portuondo, Guillermo Portabales, Compay Segundo, Perez Prado, Rolando Laserie, Irakere, Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Paquito D Rivera, Bebo y Chucho Valdés, Israel Lopez "Cachao", Mongo Santamaría, Chano Pozo, Arturo Sandoval, Orishas y muchos más.
La música cubana ha terminado siendo la madre de la música latina. Sin duda, la influencia africana encontró en la isla sentimiento, pasión, alegría y sabor, donde poder mezclarse hasta lograr este matrimonio insuperable que es hoy y que de seguro perdurará por siempre. Es decir, la base de la unión entre la isla y la influencia africana es en realidad Cuba. En ningún otro lado ha logrado tal comunión. La variedad de ritmos y estilos que nos regala Cuba es tan impresionante como la de sus maestros compositores, músicos e intérpretes. Entre Ignacio Cervantes, un académico de profunda sensibilidad y talento inconmensurable y Lecuona, un genio que sorprende por su sencillez. Portuondo, de voz dulce y exacta y Celia Cruz de amplio registro, claridad y potencia. Irakere con su compleja elaboración y Trío Matamoros, de gran ritmo, sensibilidad y comunión. Bebo y Valdés y su hijo Chucho: el primero clásico y pulcro, el segundo virtuoso pero exigente con el oyente. Por último, un Silvio Rodríguez de grandes letras y a veces cuestionable entonación cuando canta y Pablo Milanés, sereno y cuidadoso como compositor e intérprete.
Son montuno, bolero, salsa, cha cha cha, contradanza, danzón, guaguancó, guajira, guaracha, mambo, pachanga, rumba, son, timba, trova, entre los más universales, son la evidencia de que la música cubana está presente en todo Latinoamérica y parte del mundo.
Buena Vista Social Club es el antes y después de la música cubana. Su influencia se seguirá notando en los ritmos latinos por mucho tiempo más. Hoy, varios de los héroes que aquella noche del estreno de su película nos emocionaron hasta las lágrimas con su virtuosismo y lecciones vida -y los cuales estaban generalmente emparentados con la soledad y la exclusión- han muerto. En aquellos felices casos pudieron por lo menos conocer el éxito, la fama, el reconocimiento, la admiración y el aplauso de millones de gentes en todo el mundo.
Gracias a Ry Cooder y Wim Wenders yo me he vuelto un apasionado de la música cubana, sin duda el espíritu que le permite a su gente vivir… y seguir viviendo a pesar de todo.
Para no perdérselo: CD-DVD Buena Vista Social Club. Director: Wim Wenders, Productor: Ry Cooder, Sonido: Martin Müller.
Chan Chan – Buena Vista Social Club
Adiós a Cuba – Ignacio Cervantes
Cómo fue - Benny Moré
El carretero – Guillermo Portabales
Hola Soledad – Rolando Laserie
Soy guajiro - Polo Montañez
Son de Cuba - Orishas
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