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lunes, 26 de octubre de 2009

MICHAEL BUBLE



Escribe: Rogger Alzamora Quijano

La voz de Michael Bublé (Vancouver, 1975) se hace notar. Graves muy bien trabajados, largas y firmes. Una imagen para todo público, seduce, atrapa y muestra la riqueza de sus argumentos. En este tiempo ya con una trayectoria sólida y habiendo causado furor al colmar por cinco noches consecutivas la magestuosa Opera de Sidney.

Su primer disco "Michael Bublé" rescata el swing con temas de Queen, George Michael y Van Morisson, luego vendrían "It's Time" ,"Caught In The Act" que es un CD + DVD en directo, grabado en el Wiltern Theater de Los Angeles y finalmente "Call me irresponsible", su más reciente. No es casualidad la evolución que se ha traducido en fama y éxito.

"Feeling good" de Nina Simone es hasta hoy, según mi entender, su mejor tema, difícilmente superable. No quiero decir que no existan verdaderas proezas musicales, como "The best is yet to come", revaluado a partir de las voces de Sinatra y Fitzgerald, o "How sweet it is" de Marvin Gaye, o el mismo "You´ll never find another love like mine" de Gamble / Huff que popularizó Lou Rawls, por citar sólo unos pocos. Versiones llenas de calidez, que se agolpan en el espíritu y dejan ver su belleza íntima, como no pudimos ver antes.

"Always on my mind" de thompson/james/christopher que cantaron Elvis y Willie Nelson entre otros, por ejemplo, es incluso mejor que los de ellos dada la finura expresiva de Bublé. Dirán que no es difícil cantar mejor que el carismático Willie y no los voy a contradecir, pero me refiero al estilo, al arreglo, a la interpretación.
Hoy tenemos ya su cuarto trabajo: "Call me irresponsible", del cual podemos escoger claramente "Everything" del propio Bublé, sin menoscabo de los demás, que son una delicia para el espíritu, como el ya citado "The best is yet to come", "Wonderful tonight" que canta a dúo con Ivan Lins, "Lost", "Call me irresponsible", etc.

Su álbum “Meets Madison Square Garden” (2009) fue después de su exitoso primer directo: “Caught in the Act” un recorrido de su corta carrera y sus más grandes éxitos, siempre con toques que lo distinguen de aquél.

“Crazy Love”, el nuevo álbum de Bublé es una cascada de sentimientos. Indudablemente "Cry Me A River" desgarra persistentemente mientras se lo escucha y destaca nítidamente, pero hay otras versiones de los ochenta que brillan a la par con su instinto innovador y fresco que lo ha llevado a ser el top de las ventas en USA y Canadá. Once covers y dos originales para este sugestivo álbum que flota con los sentimientos. Temas que popularizaron Cocker, The Eagles, Sinatra, Billy Holiday, Van Morrison, Ray Charles, Ella Fitzgerald, Dean Martin, Dinah Washington, Billy Vera, Nat King Cole, Armstrong, son disfrutadas plenamente, desde la sinceridad que Bublé le puso a este trabajo.

Cinco años de éxitos y la venia del público para este gran perceptor de los tinglados del corazón.

Podium: 

Feeling good

Lost

Always on my mind



(Foto: Internet)

viernes, 9 de octubre de 2009

ARTURO ZAMBO CAVERO



Escribe: Rogger Alzamora Quijano

El año 95 conocí a Arturo Zambo Cavero. Lo llevé en mi volkswagen celeste, de Barranco a la avenida Argentina, a medianoche y rezongando por un impasse que había tenido. Le hablé sobre mi admiración hacia su privilegiada voz que alcanzaba increíble gama de graves y agudos además con sensacional entonación. No era Zambo Cavero de grandes artificios, sino de mucha pulcritud en la interpretación.

Aquella noche, intenté que cantara algo, sólo para distraerlo de sus molestias. Ya sabemos que otros grandes cantantes se mortifican ante un pedido así. Él me sorprendió preguntándome qué quería yo escuchar. Inmediatamente le pedí “Olga”. Y cantó. Yo no supe si mirarlo o cuidar por dónde íbamos. Opté por escucharlo y guardar en mi memoria aquél gesto invaluable de humildad, como guardo mi conversación con el maestro Caitro Soto, o mi encuentro casual y larga caminata con el genio Víctor Humareda, por ejemplo.


Mucho se dirá de su biografía y su discografía. Otros lo harán sobre sus distinciones y premios. Yo quiero escribir hoy, el día mismo de su partida, sobre su excepcional registro vocal, su incomparable capacidad para transmitir y su generosidad para conmigo en aquél momento único.

Descansa en paz Arturo Zambo Cavero. Seguramente al final de todos los tiempos serás como hoy, reconocido como el más grande cantor de música criolla costeña del Perú. Descansa en el mismo cielo donde moran Lucha Reyes, Felipe Pinglo, Ima Súmac, Chabuca Granda, Daniel Alomía Robles, Jacinto Palacios y otros que, como tú, forjaron la cultura peruana.

N. de R.- Hoy domingo, mientras el presidente espera en Palacio el féretro de Arturo Zambo Cavero para condecorarlo con la máxima distinción, me pregunto si el notable cantante habrá soñado cómo miles de personas desfilaban ante su cadáver, flanqueado por numerosa guardia de honor y visitado por personalidades de altísimo nivel. Y si habrá imaginado que la televisión y los medios de comunicación le dedicarían horas enteras y el pabellón nacional flamearía a media asta en señal de duelo.

Y me lo pregunto porque me rebelo ante la triste realidad que ver que los constructores de la identidad nacional son olvidados en vida y vilipendiados mientras exponen sus carencias ante la pasividad de las autoridades -ejecutivo y legislativo- que sólo cuidan sus sueldos y no se percatan de que glorias nacionales que lo merecen mucho más que ellos se encuentran olvidados. Hasta que alguien muere. Allí desfilan dolientes y los colman de medallas y elogian con afán.

Hace tiempo escribí reclamando un trato mejor para don Oscar Avilés (Globedia y Carne sin Hueso). He visto al maestro quebrarse ante la muerte de su amigo y compañero y aunque quisiera pensar lo contrario, sé que él correrá la misma suerte: sin el reconocimiento en vida y colmado de homenajes después de muerto.


(Foto: Internet)


martes, 6 de octubre de 2009

SANTANA , EL ESPÍRITU LATINO



Escribe Rogger Alzamora Quijano



Hay en Carlos Santana la versatilidad para ocupar distintos flancos de la música. Sin embargo su particular y agudo gorjeo lo distingue por sobre el resto. Carlos Santana es capaz de dejar ver su alma en su guitarra. Trasciende como pocos a su propio mito. No es fácil hacerlo aun para quienes como él plantaron el árbol de la fantasía hace casi cuarenta años y lo sostienen cada día.
Aunque algunos digan que su presencia en Woodstock haya sido meramente casual -pues los organizadores hubieran podido elegir a cualquier otro- Carlos y su banda (David Brown, Greg Rolie, Chepito Areas, Mike Caravello y Michael Shrieve) treparon al mítico escenario sabiendo lo que podían ofrecer. Y apenas se dejó oír, la gente olvidaría la lluvia, y el 16 de agosto del 69 pasaría a ser su natalicio. De aquella formación y su frenético ritmo nos quedan, además de Carlos, Areas y sus vibrantes golpeteos, Rolie y su teclado que hasta hoy tiene marcado su territorio, y las baquetas de  Michael Shrieve, el baterista con cara de chico malo y manos avispas.
Fillmore West se hizo su casa y tampoco fue casual. Allí tocaban los célebres de San Francisco. Pero tuvo que esperar hasta “Abraxas” para convencer con la genialidad de sus fusiones latinas, repletas de cueros y teclados de raigambre “bullera”. No voy a hacer un compendio de sus obras. Este es más bien un intento por disfrutarlo desde todos los ángulos.
Y comenzaré por casi lamentar la ruptura del primigenio grupo el año 71, justo cuando su música empezaba a tomar aires psicodélicos. Y después, varios años más tarde, la nueva postura mística que adoptó Carlos, luego de su encuentro con el gurú Sri Chinmoy lo llevaría a hacerse llamar Devadip: un Santana pacifista aunque controversial (y de pelo corto).  En el camino, Gregg Rolie lo abandonaría para dejarlo en manos de Leon Thomas y sus improntas de basamentos eufóricos.
Hay devaneos que cuestan. Y esos fueron los de Santana. Y aunque fueron de malo a regular en largos años de meditaciones, no perdieron su linaje afro ni su calor latino. A despecho de eso se vendieron por millones y eso supone vigencia, al menos. “Blues for Salvador” sería su reencuentro con la excelencia, a pesar de que habría de esperar hasta el aire pop de “Supernatural” (1999) para encender a su público ávido de más Woodstock.
Esperamos veintiocho años para ver regresar al Carlos Santana ecléctico, al summum de la música visceral, al orgasmo onírico. No habían sino elucubraciones más o menos perspicaces en aquél largo intermedio, y casi se nos va de las manos. Pero Carlos siempre nos sorprende y regresa reintentado, actual, fresco. Capaz de devolvernos su esencia y llenarnos de júbilo con sus cueros, cuerdas y teclados.
En un Santana completo habríamos de colocar “Soul Sacrifice”, “Evil Ways”, “Wainting”, “Jingo”, “Oye cómo va”, “Black Magic Woman”, “Samba pa ti”, “Singing winds, crying best”, “Mother´s Daughter”, “El Nicoya”. Es “Everybody´s everything”, “Batuka”, “No one to depend on”, “Everything´s coming our way”. Santana es también “Persuasion”, “Savor”, “Fried Necklines” y “Supernatural”.
Con la música de Santana se puede vivir feliz. No importan ya, entonces, los veintiocho años del misticismo de Devadip, si al final ha de regresar el mito viviente, el hombre a quien la cultura latina debe la emoción de sus sentidos. De toda su amplísima discografía elegí el video de Woodstock, como una muestra. Increíble, fantástico, genial, trepidante!!! Más de treinta minutos de locura.

Nota: Tuve que cambiar el audio por video el 01 de Mayo de 2016 debido a que el servidor Goear ha sido retirado de gran parte del mercado mundial. Esperemos que este video deje más contentos a los fanáticos.

El placer de escuchar un Santana original nos hace obviar las distorsiones causadas en el sonido en la parte correspondiente a su presentación en Woodstock, pero que no puede faltar en este combinatorio excepcional, porque realmente fue en el inigualado Festival donde nació Santana. Para ello he tomado material audiovisual de Youtube, con fines ilustrativos. 

Y aquí el audiomix del mismo, para los territorios donde el video no sea posible visualizar:








domingo, 4 de octubre de 2009

SERRAT, POESÍA Y CANCIÓN




Escribe: Rogger Alzamora Quijano

Es quizás el más grande de los cantautores contemporáneo, de habla castellana. Su vigencia lo dice, su manera de llegar a todos los públicos. No es difícil dejarse estremecer por sus letras cargadas de una vívida poesía que se ha adecuado a los tiempos, con la lógica propia de la vida cotidiana, de lo actual. Sigue cantando como el los tiempos de “Mediterráneo”. Sigue fiel a la influencia de Machado y Hernández. Sigue como en 1965 cuando se estrenara con “Una guitarra”, pero hoy y siempre ha estado a la par con los tiempos.

En 1969 se escuchó por primera vez el single “Penélope” que venía al reverso con “Tiempo de lluvia”. Curioso que en aquellos tiempos en que las casas discográficas consideraban excesivas las propuestas de más allá de tres y medio minutos, Serrat haya logrado grabar su tema estandarte con más de cuatro, con música de Augusto Algueró. Entre el 65 y el 70 grabó 26 discos, entre singles y lps, de los cuales diecisiete fueron en catalán (lo cual sirve para restringirlo del gran público).
En 1970, casi para cumplir los 27 , sorprende al mundo con sus versos que decididamente se distanciaban del resto porque incorporaba una poesía diferente, incluso para los poetas de entonces.
Sin embargo no sería con el álbum "Mi niñez" (1970), del cual los muchachos de entonces recordarán por siempre:
Ese con quien sueña su hija
ese ladrón que os desvalija
de su amor, señora...
("Señora"),
sino con el siguiente: "Mediterráneo" con el que saltaría a la fama, pues contenía temas como: “Mediterráneo”, “Aquellas pequeñas cosas”, “La mujer que yo quiero”, “Lucía”, “Vagabundear”, por citar los más conocidos.
Y desde entonces se abriría campo también por su carisma, por su ética frente al mundo político-social y su sentido contestatario.
Hay que ver cómo se adelantó a los tiempos con el memorable “Pare” que vino en “Per al meu amic” (1973):
...............
Padre
decidme qué
le han hecho al bosque
que ya no hay árboles.
En invierno
no tendremos fuego
ni en verano sitio
dónde resguardarnos
...........
sin leña y sin peces, Padre
tendremos que quemar la barca
labrar el trigo entre las ruinas, Padre,
y cerrar con tres cerrojos la casa…



Y en “Canción Infantil” (1974) “...se me figura que/ decir amigo/ es decir ternura...”

Luego siguió trazando versos precisos como queriendo cortar la piel: “Tu nombre me sabe a yerba” (1981), “Bienaventurados”(1987”, “Em paus” (1989), “Y el amor” (Utopía, 1992). Y hasta narró “Liliana” el texto de Dolcet y Caballero basado en el poema de Apel.les Mestres.



En “Sombras de la China”, quizá su trabajo más completo, contó con los arreglos de Josep Mas “Kitflus” y la colaboración en las letras entre otros de Cernuda y Galeano. Asume un lenguaje muy propio de la época. En “Princesa” dice : “...la ve alejarse camino a su primer casting...”; en “Me gusta todo de ti (pero tú no)” le recuerda que “ el colágeno y la miel de tus labios...” ; en “Más que a nadie” declara “te quiero más que a cualquier otra cosa…”.



Su álbum “Cansiones” (2000) recopila temas representativos de la música latina: una original versión de “Soy lo prohibido”, de Cantoral y López Ramos que había pasado desapercibido con “Los Ángeles Negros” años ha y “De un mundo raro” de Jóse Alfredo Jiménez, por citar un par.

Pronto llegaría “Versos en la boca” (2002), del cual indudablemente preferimos “Es caprichoso el azar” cantado a dúo con Noa, una sentida reflexión que quizá a todos nos toca en algún rincón del alma.



Entre paréntesis otros que no nombro para no caer pesado, pero que son eslabones que construyen la sólida cadena de éxito y vigencia de su obra.

Y el más reciente: Mô, que recrea algunas estampas propias de su niñez, que se quedaron atrapadas como esperando abril. En “El teu àngel de la guarda” usa nuevamente la imagen y la metáfora para decirle que
...
yo tengo encendido un faro
para llevarte a salvo donde halles amparo
para que no se te trague la mar
y te respeten las olas...

En “Pour a cor”:
...............
Llueve en tu corazón y en ningún otro sitio
sin prisa ni reposo
a veces llueve y no hace barro
llueve sin rayos
y sin truenos.
..............
Cuando quiere llover llueve, llueve
Y llueve
Y llueve
Y llueve en el corazón.

Y también en “Fugir de tu”
.............
pero huir de ti
jamás podrás huir de ti.
Cada cual es siempre cada cual.




sábado, 3 de octubre de 2009

PIAZZOLLA, EL GENIO...




Escribe: Rogger Alzamora Quijano


No hay que ser un erudito para saber que Astor Pantaleón Piazzolla (1921-1992) ha seguido entre los músicos -especialmente argentinos- un rumbo decidido y tenaz. A despecho de su complejidad, muchos lo toman a regañadientes, otros con fruición, pero en ambos casos sigue siendo insuficiente. El techo es muy alto. Tal vez Rodolfo Mederos es quien tiene gran cercanía a los terrenos de Piazzolla. Y como las comparaciones son odiosas, mejor lo dejamos aquí.

"Piazzolla no es tango" dijeron sus detractores. En efecto: va más allá. No es sólo tango. Pero su formación profundamente tanguera, de suburbios y cafetines, hace aún menos discutible aquella dique sentencia ("Si, es cierto, soy un enemigo del tango; pero del tango como ellos lo entienden. Ellos siguen creyendo en el compadrito, yo no. Creen en el farolito, yo no. Si todo ha cambiado, también debe cambiar la música de Buenos Aires").

En esta ocasión no voy a citar "Adios Nonino", porque al lector le sonará lugar común. Ni "Libertango", que es como su partitura mediática. Puedo confesar sin prejuicios que me sentí aplastado por "Tristango", por ejemplo: Un solo cauce, un solo hilo de graves que llevan a la melodía al desgarramiento más lento y sublime. Una y otra vez repite el llanto de la espera y el de la desilusión. Pronto aparece la reflexión, puramente un intento que desemboca de nuevo en la certeza del vacío. Notas que corren por las venas. Pero nada es eterno y pronto se cae en la temblorosa oquedad del alma. Y de nuevo los graves, para acentuar la soledad.

En un concierto que Mederos compartió con Baremboim y Console, en Buenos Aires, lo ví sumarse al humo que, no de su cigarro sino de su bandoneón, se elevó por los aires. Lento, finísimo, estudiado, preciso. Y aunque, repito, el techo sea demasiado alto, ya es bastante con que en las alas de su bandoneón Mederos intente ir hacia allá, pero esa será otra nota que escribiré después.